El Egoísmo Psicológico: ¿Qué es y cómo afecta nuestra vida cotidiana?

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Descubre qué es el egoísmo psicológico y cómo puede influir en nuestras decisiones y comportamientos diarios. Explora las teorías detrás de este concepto y aprende cómo superar sus efectos negativos en nuestra vida y relaciones.

¿Qué es el Egoísmo Psicológico?

El egoísmo psicológico es la teoría de que todas nuestras acciones están motivadas básicamente por el interés propio. Es una visión respaldada por varios filósofos, entre ellos Thomas Hobbes y Friedrich Nietzsche, y ha jugado un papel en la teoría de juegos.

¿Por qué pensar que todas nuestras acciones son de interés propio?

Una acción de interés propio es aquella que está motivada por una preocupación por los propios intereses. Claramente, la mayoría de nuestras acciones son de este tipo. Tomo un trago de agua porque tengo interés en saciar mi sed. Me presento al trabajo porque tengo interés en que me paguen. ¿Pero son todas nuestras acciones interesadas? A primera vista, parece que hay muchas acciones que no lo son. Por ejemplo:

  • Un automovilista que se detiene para ayudar a alguien que se ha roto.
  • Una persona que da dinero a la caridad.
  • Un soldado cayendo sobre una granada para proteger a otros de la explosión.

Pero los egoístas psicológicos creen que pueden explicar tales acciones sin abandonar su teoría. El motorista podría estar pensando que un día ella también podría necesitar ayuda. Así que ella apoya una cultura en la que ayudamos a los necesitados. La persona que da a la caridad puede estar esperando impresionar a otros, o puede estar tratando de evitar los sentimientos de culpa, o puede estar buscando ese sentimiento cálido y confuso que uno obtiene después de hacer una buena acción. El soldado que cae en la granada puede estar esperando la gloria, aunque sea solo del tipo póstumo.

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Objeciones al egoísmo psicológico.

La primera y más obvia objeción al egoísmo psicológico es que hay muchos ejemplos claros de personas que se comportan de manera altruista o desinteresada, anteponiendo los intereses de los demás antes que a los suyos. Los ejemplos que acabamos de dar ilustran esta idea. Pero como ya se señaló, los egoístas psicológicos creen que pueden explicar acciones de este tipo. ¿Pero pueden ellos? Los críticos argumentan que su teoría se basa en una falsa explicación de la motivación humana.

Tomemos, por ejemplo, la sugerencia de que las personas que donan a la caridad, que donan sangre o que ayudan a las personas necesitadas, están motivadas por el deseo de evitar sentirse culpables o por el deseo de disfrutar sintiéndonos santos. Esto puede ser cierto en algunos casos, pero seguramente no es cierto en muchos. El hecho de que no me sienta culpable o que me sienta virtuoso después de realizar una determinada acción puede ser cierto. Pero a menudo esto es solo un efecto secundario de mi acción. No necesariamente lo hice para obtener estos sentimientos.

La diferencia entre egoísta y desinteresada.

Los egoístas psicológicos sugieren que todos somos, en el fondo, bastante egoístas. Incluso las personas que describimos como desinteresadas realmente están haciendo lo que hacen para su propio beneficio. Aquellos que toman acciones desinteresadas a su valor nominal, dicen, son ingenuos o superficiales.

Sin embargo, en contra de esto, el crítico puede argumentar que la distinción que todos hacemos entre acciones egoístas y desinteresadas (y las personas) es importante. Una acción egoísta es aquella que sacrifica los intereses de otra persona por los míos: por ejemplo, Agarro con avidez la última rebanada de pastel. Una acción desinteresada es aquella en la que pongo los intereses de otra persona por encima de los míos: por ejemplo, Les ofrezco el último pedazo de pastel, aunque a mí me guste. Tal vez sea cierto que hago esto porque deseo ayudar o complacer a los demás. En ese sentido, se me podría describir, en cierto sentido, como que satisface mis deseos incluso cuando actúo desinteresadamente. Pero esto es exactamente lo que es una persona desinteresada: es decir, alguien que se preocupa por los demás, que quiere ayudarlos. El hecho de que esté satisfaciendo el deseo de ayudar a los demás no es razón para negar que estoy actuando desinteresadamente. De lo contrario. Ese es exactamente el tipo de deseo que tienen las personas desinteresadas.

El atractivo del egoísmo psicológico.

El egoísmo psicológico es atractivo por dos razones principales:

satisface nuestra preferencia por la simplicidad. En ciencia nos gustan las teorías que explican diversos fenómenos al mostrar que todos están controlados por la misma fuerza. P.ej. La teoría de la gravedad de Newton ofrece un principio único que explica la caída de una manzana, las órbitas de los planetas y las mareas. El egoísmo psicológico promete explicar todo tipo de acción relacionándolos con un motivo fundamental: el interés propio.
Ofrece una visión tímida y aparentemente cínica de la naturaleza humana. Esto hace un llamamiento a nuestra preocupación de no ser ingenuos o engañados por las apariencias.

Para sus críticos, sin embargo, la teoría es demasiado simple. Y ser tonto no es una virtud si significa ignorar la evidencia contraria. Considere, por ejemplo, cómo se siente si ve una película en la que una niña de dos años comienza a tropezar hacia el borde de un acantilado. Si eres una persona normal, te sentirás ansioso. ¿Pero por qué? La película es sólo una película; no es real Y el niño pequeño es un extraño. ¿Por qué te importa lo que le pase? No eres tú quien está en peligro. Sin embargo, te sientes ansioso. ¿Por qué? Una explicación plausible de este sentimiento es que la mayoría de nosotros tenemos una preocupación natural por los demás, quizás porque somos, por naturaleza, seres sociales. Esta es una línea de crítica adelantada por David Hume.

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